Hay decenas de sesgos o "trampas mentales" que pueden afectar negativamente a la toma de decisiones de inversión. Creando y siguiendo un proceso reflexivo y específico para cada objetivo puede ayudar a contrarrestarlos.

Los inversores somos humanos. Siempre corremos el riesgo de tener prejuicios en nuestra toma de decisiones y análisis. Sin embargo, algunos sesgos son más frecuentes en ciertos momentos durante el viaje de la inversión.

Examinamos cinco sesgos que están entre los más comunes, perniciosos y destructivos.

El inventario de activos es el primer paso natural de un proceso de planificación eficaz. Es la contabilidad del capital actual y otros activos, así como de las fuentes de ingresos esperadas. Este paso clave, cuando se hace correctamente, proporciona una plataforma para el destino, el camino y los vehículos que definirán el viaje.

El sesgo de anclaje puede entrar en el proceso de inversión cuando establecemos rentabilidades de referencia. Un punto de referencia fundamental para la inversión se produce cuando se establece el valor monetario potencial de los activos invertibles. Esta cifra se convertirá en el punto de referencia para todas las ganancias y pérdidas futuras. Por ejemplo, un capital que cae por debajo de la cifra original puede crear una sensación de frustración y consternación que provoca comportamientos impulsivos (por ejemplo, comprar, vender o cambiar de asesores). A largo plazo, tales acciones impulsivas a menudo hacen más daño que bien.

El establecimiento de metas y objetivos es donde el destino del viaje de inversión se determina. En esta etapa se produce un cambio desde un enfoque en los medios (activos invertibles) hasta los fines (resultados en la vida real). Los objetivos pueden no estar completamente previstos (y pueden cambiar con el tiempo) pero se debe hacer un esfuerzo para hacerlos tan detallados y reales como sea posible. Hacerlo es importante financieramente porque puede facilitar la priorización de las decisiones y el seguimiento de los progresos; también es importante psicológicamente porque puede ayudar a la gente a centrarse en el "por qué" están invirtiendo. Esta es a menudo una pregunta más saludable que "cómo" están invirtiendo.

Hay una tendencia casi universal a subestimar el coste y la duración del tiempo necesario para lograr objetivos a largo plazo. La falacia de planificación es significativa en esta segunda etapa porque muchas personas tienden a ver el viaje de la inversión como estar en un camino cuando a menudo es más como estar en una cinta de correr. Si no te estás moviendo hacia adelante más rápido que la inflación, puede que en realidad te estés moviendo hacia atrás en tu poder adquisitivo en el mundo real. Irónicamente, la falacia de planificación es lo que hace que tantos inversores no hagan un plan. Los clientes que subestiman la importancia de invertir pronto y con constancia, o creen que hay tiempo para ponerse al día, pueden ser víctimas de este sesgo.

Es más fácil pensar en lo que quieres que en lo que no quieres. La gente en general prefiere visualizar las metas como cosas positivas. Sin embargo, es importante tener en cuenta también las cosas desagradables. Una discapacidad, atención médica a largo plazo, la muerte, inesperada o no, deben ser factores a tener en cuenta en el proceso de planificación. Cuando las personas enmarcan (teoría de la prospección) sus metas y objetivos únicamente en líneas positivas (lo que quieren), se arriesgan a no planear para las cosas que no quieren.

Las dos primeras etapas establecen un punto de partida y un destino, respectivamente. La etapa tres comienza el verdadero viaje de la inversión. Comienza con el desarrollo de una política de inversiones (PI) que proporciona una comprensión documentada de la filosofía de inversión, las directrices y las restricciones. Basándose en ella, una cartera específica de inversiones se diseña con una asignación estratégica de activos basada en ambos factores financieros (por ejemplo, los rendimientos necesarios para alcanzar objetivos específicos) y factores psicológicos (por ejemplo, las preferencias de riesgo). Con el plan acordado y puesto en marcha, la inversión, con todos sus riesgos y recompensas, comienza.

Comprometer dinero en un plan siempre requiere un acto de fe. A menudo los inversores sienten la necesidad de alterar una estrategia de asignación de activos acordada o retrasar su aplicación debido al clima financiero o geopolítico del momento. Todas las decisiones de inversión se toman para el futuro, pero en el presente. Las tendencias actuales ejercen una poderosa fuerza psicológica. En la etapa tres, la extrapolación puede sobrevalorar la importancia de esas tendencias, haciendo que el viaje empiece con el pie izquierdo.

La extrapolación está estrechamente relacionada con el sesgo de disponibilidad. Los acontecimientos recientes, en particular los que son afines y están cargados emocionalmente, pueden tener un impacto desproporcionado en la psique del inversor. Esta tendencia a sobrevalorar el impacto de estos acontecimientos puede convertir lo que se supone que es una decisión multifactorial para toda una vida en una decisión impulsada por un solo evento, para el cual el riesgo está mal calibrado. Aquellos que siguen las noticias financieras y los seguidores de acontecimientos actuales corren el mayor riesgo. Las noticias malas y aterradoras son, y siempre serán, parte de la vida. Los inversores deben recordar que sus objetivos están diseñados para el largo plazo.

El destino ha sido fijado, se ha trazado un camino y el viaje ha comenzado. La gran mayoría del proceso de inversión se lleva a cabo en la etapa cuatro, monitoreando donde se encuentra en ese viaje, si está en rumbo, y lo cerca que está de su destino. También hay más posibilidades que los prejuicios y la emoción entren en nuestro pensamiento aquí porque esta fase típicamente se prolonga durante muchos años.

Para muchos inversores el problema no es la falta de un plan, es la incapacidad de seguirlo. La extrapolación durante la etapa de vigilancia es a menudo la culpable; por eso tantos inversores se encuentran comprando alto y vendiendo bajo. Los inversores están en una constante batalla psicológica para salir de un enfoque a corto plazo de los mercados a un enfoque a largo plazo en los objetivos.

El sesgo de disponibilidad aumenta de nivel durante el proceso de vigilancia porque eventos con grandes cargas emocionales se desarrollan constantemente, con el poder de cambiar cómo se sienten los inversores sobre sus carteras. Incluso si un solo evento no hace a un inversor sentirse incómodo, la implacable andanada de "malas" noticias pueden tener un efecto acumulativo que puede cambiar la forma en que los inversores se sienten acerca de sus carteras o de la inversión en general.

Los inversores verán que incluso las carteras con buenos rendimientos fluctúan en valor. A menudo, los mercados pueden subir rápidamente antes de estancarse o bajar durante un tiempo. Cómo los inversores enmarcan estos períodos, por ejemplo, como ganancias a largo plazo frente a pérdidas a corto plazo, durante la etapa cuatro puede tener un profundo efecto en su psique. Los inversores que tienen esta última reacción (es decir, un marco de pérdidas) generarán reacciones emocionales más influenciado por el arrepentimiento, la decepción y la frustración. Estas emociones hacen que sea más difícil seguir un plan y rara vez llevan a una toma de decisiones clara.

Relacionado con el enmarcado está el anclaje. En la etapa uno el inventario de activos proporciona un poderoso anclaje. Otra poderosa ancla emerge en la etapa cuatro, los "máximos históricos". Esto típicamente genera emociones positivas y, idealmente, debería suceder de manera regular. Pero la acumulación de riqueza es la mayoría de las veces un ascenso irregular, no uno suave. Los inversores a menudo experimentan los inevitables retrocesos como estancamiento o fracaso, lo que puede llevar a decisiones pobres y emocionales.

El viaje de la inversión puede ser como cualquier otro viaje. Incluso los mejor planeados se encuentran con los equivalentes en la inversión de tráfico, desvíos o cambios de destino. La etapa cinco toma la supervisión de la etapa cuatro y la traduce en acciones de inversión (cuando es necesario) para mantener a los inversores en el buen camino hacia sus objetivos. Estos ajustes pueden ser planificados (por ejemplo, en situaciones vitales, revisiones anuales, reajustes) o no planeados (por ejemplo, grandes movimientos del mercado, eventos inesperados).

Las etapas cuatro y cinco tienen una relación cíclica y reiterativa, pero la etapa cinco es quizás la más crítica en el proceso de inversión. Es donde las inversiones pueden salirse del camino, ya sea saliendo de un plan que está funcionando o no ajustándose a los nuevos requisitos de nuestros objetivos.

Sabemos que los inversores tienen inclinación a seguir las tendencias, pero pocos aprecian lo destructiva que puede ser esta tendencia. Un análisis de DALBAR (“DALBAR’s 22nd Annual Quantitative Analysis of Investor Behavior.”) sobre el rendimiento de los inversores individuales frente al mercado muestra que el daño puede costar muchos miles (a veces cientos de miles) de euros durante toda la vida. De hecho, las entradas y las salidas del mercado de inversores individuales pueden representar en realidad un indicador contrario a los movimientos de mercado (cuando los inversores particulares están vendiendo puede ser una buena señal para que inversores a más largo plazo compren). Hay numerosos factores en acción, pero el principal de ellos es la extrapolación. Arrastrando a la gente a la tendencia actual, la extrapolación crea un marco de pensamiento a corto plazo. El pensamiento a corto plazo no sólo genera emociones, por ejemplo, miedo, alegría, arrepentimiento, desesperación, si no que le da a esas emociones un papel mucho más importante en la toma de decisiones. Este sesgo en esta etapa puede ser considerado como el mayor destructor de riqueza en el proceso de inversión.

 

Fuente / Autor: Brandes Institute / Dr. Frank Murtha

https://www.brandes.com/docs/default-source/brandes-institute/2019/brandes-institute-five-wealth-destroying-biases

Imagen: Vator

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