El estado de flujos de caja ofrece tres importantes elementos que contextualizan la cuenta de resultados.

Los inversores de valor conocen los tres informes financieros que toda empresa que cotiza en bolsa debe presentar: el balance, la cuenta de resultados y el estado de flujo de caja. Pero lo que tal vez no sepan es que estos documentos pueden contar historias muy diferentes si se ven por separado. El estado de flujo de caja, que a menudo es pasado por alto por los inversores y los medios de comunicación financieros, puede dar un valioso contexto a la cuenta de resultados, que a menudo es el documento en el que más se centran los inversores.

Muchas, si no la mayoría, de las grandes empresas se encuentran con frecuencia en la situación en la que registran los beneficios de las ventas en un trimestre determinado, sin recibir el pago en efectivo de sus contrapartes. Esto es algo completamente normal, supongamos por ejemplo que un fabricante de automóviles vendió una flota de coches en la última semana de un trimestre, pero no recibió el pago de la concesionaria hasta después de que el trimestre finalizara. Tal vez la venta se hizo a crédito, o tal vez hubo un retraso con una transferencia bancaria.

No obstante, grandes discrepancias entre las cuentas por cobrar (registradas en la cuenta de resultados) y la cantidad real de efectivo que llega a la cuenta bancaria de la empresa pueden ser un indicio de posibles problemas de contrapartida, o incluso de fraude.

Los activos tienden a degradarse con el tiempo, por lo que las empresas necesitan una forma de registrar esto en sus cuentas. En el ejemplo hipotético del fabricante de automóviles, la empresa puede invertir en una nueva línea de producción y gastar 50 millones de euros haciéndolo. Ahora tienen un activo en su balance que vale 50 millones de euros. Este equipo perderá valor con el tiempo (como la mayoría de la maquinaria), así que, para tenerlo en cuenta, la cuenta de resultados incluirá un cargo por depreciación.

Digamos que el coste de 50 millones de euros se reparte a lo largo de 10 años. Esto significa que cada año, habrá un cargo por depreciación de 5 millones de euros detraído de los ingresos. Pero esto oscurece el hecho de que el verdadero cargo en efectivo ocurre en el momento en que la maquinaria es comprada (50 millones de euros salen de la cuenta bancaria de la empresa). Así que podemos ver que hay una gran diferencia entre los beneficios, que suponen una amortización gradual de la maquinaria, y los flujos de efectivo, que cuentan la verdadera historia.

Una situación similar se aplica al pago de la deuda. Si una empresa paga una deuda, es evidente que el efectivo cambia de manos. Sin embargo, la cuenta de resultados no demostrará este hecho, lo cual es lógico, ya que los préstamos recibidos de un banco tampoco se registran como ingresos. Pero la situación de caja de la empresa ha cambiado notablemente, y esa es una información relevante para los inversores, que, después de todo, tienen un derecho sobre los flujos de caja de la empresa.

La finalidad de estos ejemplos no es que la cuenta de resultados no sea una representación real de la realidad y que sólo nos debamos centrar en los flujos de efectivo, sino que es necesario examinar toda la información de que se dispone. Sólo así podrá formarse una imagen exacta de la empresa en cuestión.

 

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Stepan Lavrouk es un escritor financiero con experiencia en análisis de valores y trading macro. Sus intereses específicos de inversión incluyen la energía, el análisis geoeconómico y la biotecnología. Tiene una licenciatura en ciencias del Trinity College de Dublín.

 

Fuente / Autor: GuruFocus / Stepan Lavrouk

https://www.gurufocus.com/news/1180196/

Imagen: UCL Coursework

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