Una habilidad importante, y muy difícil, es identificar cuándo las cosas en tu vida son temporalmente demasiado buenas y prepararte para el inevitable ajuste.

Es muy difícil, porque la disposición de la mayoría de la gente a soportar los momentos difíciles se basa en la idea de que al final serás recompensado con buenos momentos. Cuando llegan los buenos tiempos, sientes que te los has ganado, y nada es más fácil de justificar que una recompensa merecida.

Pero hay cierta ironía.

Cuando la mayoría de la gente pasa por malos momentos, lo considera un riesgo: la idea de que una fuerza fuera de su control influyó en los resultados más que cualquier cosa que hicieran intencionadamente.

Rara vez se invierte esa lógica.

Porque, ¿qué es lo contrario del riesgo? La suerte. ¿Y qué es la suerte? La idea de que una fuerza fuera de su control influyó en los resultados más que cualquier cosa que hicieran intencionadamente.

Es lo mismo que el riesgo, pero en la otra dirección.

Nada demasiado bueno o demasiado malo permanece así para siempre, porque los grandes tiempos plantan las semillas de su propia destrucción a través de la complacencia y el apalancamiento, y los malos tiempos plantan las semillas de su propio cambio a través de la oportunidad y la resolución de problemas impulsada por el pánico.

Todo es cíclico. Pero la forma en que afrontamos el riesgo frente a la suerte no podría ser más distinta. Uno se reconoce al instante y no podemos esperar a que termine; el otro provoca la negación instantánea de que pueda terminar alguna vez.

Ocurre en la inversión, donde cada caída debe explicarse y culparse a alguien, pero cada subida suele aceptarse y atribuirse a la propia inteligencia.

Ocurre en los negocios: muchas grandes empresas tecnológicas están despidiendo a trabajadores porque daban por sentado que el repunte empresarial de Covid-19 seguiría siendo permanente.

Ocurre en las carreras profesionales, donde todo, desde el dinero barato a los vientos de cola macroeconómicos, puede desplazar la diferencia entre cuánto ganas y cuánto valor produces.

Siempre ha sido así, y siempre lo será. La gente está mucho más atenta a las anomalías negativas que a las positivas, sobre todo cuando se trata de cosas que afectan a su propia vida. Es algo muy difícil de gestionar.

Y no hay respuestas fáciles sobre cómo gestionarlo. Hay tantas cosas en la vida en las que distinguir entre el impulso sostenible y la suerte temporal sólo se sabe a posteriori.

Quizá la mejor forma de protegerse sea la sencilla regla de que cuanto más afortunado se es, más amable se debe ser.

Cuanto más éxito tengas, más amable deberías ser.

Cuanto mejor te vayan las cosas, más amable debes ser.

Ésa es probablemente la mejor, o la única, forma de protegerse contra el derecho, que es lo que más te sorprende cuando la suerte se tuerce.

Es como un estabilizador automático que te mantiene a raya y hace que tus círculos sociales sigan siendo sólidos, dos factores que probablemente conduzcan a un éxito sostenible, duradero y sin suerte a lo largo del tiempo.


Artículos relacionados: 

Todo lo que no se puede tener

Justificando el optimismo


Considere este y otros artículos como marcos de aprendizaje y reflexión, no son recomendaciones de inversión. Si este artículo despierta su interés en el activo, el país, la compañía o el sector que hemos mencionado, debería ser el principio, no el final, de su análisis.

Lea los informes sectoriales, los informes anuales de las compañías, hable con la dirección, construya sus modelos, reafirme sus propias conclusiones, ponga a prueba nuestras suposiciones y forme las suyas propias. 

Por favor, haga su propio análisis.


Fundado en 2010 por Craig Shapiro, Collaborative Fund es una empresa de capital riesgo centrada en la provisión de financiación inicial y de etapas iniciales a empresas en las áreas en las que ven las mayores oportunidades: Ciudades, Dinero, Consumo, Niños, Salud.


Fuente / Autor: Collaborative Fund / Morgan Housel

https://collabfund.com/blog/the-luckier-you-are-the-nicer-you-should-be/

Imagen: iStock

COMPARTIR:

¡Este artículo no tiene opiniones!


Deja un comentario

Tu email no será publicado. Los campos requeridos están marcados con **

La solitaria búsqueda de un propósito

Evitando el maximalismo