Lo malo siempre se
nos pega más que lo bueno. Las pérdidas nos hacen sentir peor de lo que las
ganancias nos hacen sentir bien. Si tu equipo favorito pierde en el último
minuto, el sentimiento se quedará contigo toda la vida mientras que la
sensación de ganar un campeonato eventualmente se desvanece.
Lo malo es más
fuerte que lo bueno.
Esto no es algo
anecdótico. Los psicólogos y economistas del comportamiento han estudiado esta
idea durante años.
La investigación
muestra lo siguiente:
El disgusto supera
al placer. Un estudio reveló que vivir cerca de otras personas aumentaba la
probabilidad de que dos personas se convirtieran en enemigos más intensamente
de lo que predecía la probabilidad de que se convirtieran en amigos. Suponemos
que la cuarentena también ha puesto a prueba muchas relaciones dentro de las
casas.
Los eventos
negativos se cubren más que los positivos. Esto es obvio cada vez que se ponen
las noticias, pero también se aplica a la investigación académica.
Un trabajo de
investigación en los años 80 examinó más de 17.000 artículos de revistas de
psicología, encontrando que los temas negativos recibieron aproximadamente el
70% de la cobertura mientras que la investigación positiva recibió sólo el 30%
de la atención. Incluso los investigadores de estos asuntos se preocupan más
por lo malo que por lo bueno.
Las malas
reputaciones son más fáciles de adquirir que las buenas. Warren Buffett dijo
una vez, "Lleva 20 años construir una reputación y 5 minutos
arruinarla". Una mala reputación puede quedarse contigo toda la vida
mientras que la buena reputación puede arruinarse en un solo acto.
Los malos actos
tardan más en desaparecer que los buenos. Un famoso estudio de los años 70
entrevistó a tres grupos de personas: (1) ganadores de la lotería, (2) personas
que quedaron paralizadas en un accidente y (3) personas que no habían
experimentado un evento de cambio de vida como este. Luego esperaron un año más
o menos antes de entrevistar a los ganadores de la lotería y a las víctimas del
accidente.
Al cuantificar la
felicidad de los tres grupos, los ganadores de la lotería no eran más felices
que los otros participantes. La euforia de ganar la lotería no duró e irónicamente,
estas personas reportaron haber encontrado más áreas de infelicidad por la
reducción del disfrute de los pequeños placeres de la vida.
El mejor resumen de
esta investigación proviene de un artículo llamado Bad is Stronger Than Good
(Lo malo es más fuerte que lo bueno) de Roy Baumeister, Ellen Bratslavsky,
Catrin Finkenaurer y Kathleen Vohs. Como la mayoría de cuestiones en psicología
del comportamiento, la explicación de estos sentimientos viene de nuestros
antepasados:
“Desde nuestra
perspectiva, es evolutivamente conveniente que el mal sea más fuerte que el
bien. Creemos que a lo largo de nuestra historia evolutiva, los organismos que
estaban mejor adaptados a las cosas malas habrían tenido más probabilidades de
sobrevivir a las amenazas y, en consecuencia, habrían aumentado la probabilidad
de transmitir sus genes. Como ejemplo, consideremos las implicaciones de
renunciar a las opciones o de ignorar ciertos resultados posibles. Una persona
que ignora la posibilidad de un resultado positivo puede experimentar más tarde
un arrepentimiento significativo por haber perdido una oportunidad de placer o
de progreso, pero no es probable que resulte nada directamente terrible. En
cambio, una persona que ignora el peligro (la posibilidad de un mal resultado)
incluso una vez puede terminar mutilada o muerta. La supervivencia requiere una
atención urgente a los posibles malos resultados, pero es menos urgente con
respecto a los buenos. Por lo tanto, sería apropiado estar diseñado
psicológicamente para responder a los malos con más fuerza que a los buenos.”
Esta es la espada de
doble filo de la naturaleza humana. Muchas de nuestras emociones, instintos y
comportamientos arraigados han ayudado a nuestra especie a sobrevivir durante
decenas de miles de años. Pero también pueden hacer nuestras vidas más
difíciles en la era moderna, donde los ataques de los tigres no son nuestro
peligro más apremiante.
Baumeister escribió
un libro sobre sus hallazgos con John Tierney llamado The Power of Bad
(El poder del mal), donde los autores discuten el hecho de que no hay nada
opuesto al trauma:
“Los psicólogos
saben desde hace tiempo que la gente puede quedar marcada durante años por un
solo evento. El término para ello es trauma, pero ¿qué es lo opuesto? ¿Qué palabra
describiría un estado emocional positivo que perdura durante décadas en
respuesta a un solo evento? No hay nada opuesto al trauma, porque ningún evento
bueno tiene un impacto tan duradero.”
Las cosas parecen
bastante sombrías ahora mismo en el mundo. El 2020 se asemeja a una combinación
de 1918, 1929 y 1968 todo combinado en uno. Eventos traumáticos están
ocurriendo a nuestro alrededor.
No debemos culpar a
la gente por permitir que lo malo supere a lo bueno en estos momentos. Millones
de personas están sin trabajo, la gente está perdiendo sus negocios, cientos de
miles de personas han muerto. Este virus ha alterado completamente nuestra
forma de vida, para algunos más que para otros.
Preocupa que lo malo
de esta crisis vaya a durar en nuestra psique mucho más tiempo que lo bueno
cuando todo termine. A algunas personas les puede resultar difícil dejar atrás
esta experiencia, pero también puede ser útil para otros.
Aunque no hay nada
opuesto al trauma, lo bueno puede venir de lo malo. Todos estamos familiarizados
con el síndrome de estrés postraumático, pero Baumeister y Tierney plantean el
caso de que el crecimiento postraumático es en realidad más frecuente.
Un trauma puede
hacer que la gente sea más fuerte, más sabia, más dura y más madura. De hecho,
algo así como el 80% de las personas que están expuestas a un evento
terrorífico no experimentan el síndrome de estrés postraumático.
El difunto
periodista deportivo estadounidense Stuart Scott solía decir en SportsCenter
que la presión puede romper tuberías pero también hacer diamantes.
Aunque un solo
evento malo es más fuerte que una serie de eventos buenos, pasar por lo malo
puede prepararte mejor para los muchos desafíos de la vida.
Ben
Carlson,
CFA es Director de Gestión de Activos Institucionales de Ritholtz
Wealth Management.
Autor de los libros A Wealth of Common Sense: Why
Simplicity Trumps Complexity in Any Investment Plan y Organizational Alpha: How to Add
Value in Institutional Asset Management, en 2017, fue nombrado en la
lista de asesores financieros de Investment News 40 Under 40. En A
Wealth of Common Sense
trata de explicar las complejidades de los diversos aspectos de las finanzas de
manera que todo el mundo pueda entenderlos.
Fuente /
Autor: A Wealth of Common Sense / Ben Carlson
Imagen:
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