El capitalismo, definido como una forma de organización social en la que existen medios de producción como la propiedad privada y el trabajo asalariado, no es el principio moral en el que se basa el liberalismo. La razón es que hay situaciones no liberales que el capitalismo, como principio moral, permite, por ejemplo: la esclavitud, el sexismo, el racismo y diversas formas de violencia.

Sin embargo, la compatibilidad semántica no implica una relación causal entre tales variables. En este breve texto, explicaré por qué ciertos argumentos anticapitalistas tienen inferencias falaces, mostrando las relaciones semánticas entre diferentes conceptos que constituyen la economía política y otras disciplinas similares.

Los argumentos sólidos son los que sólo contienen afirmaciones verdaderas e inferencias válidas. En cambio, los argumentos falaces son aquellos que, independientemente del valor de verdad de sus enunciados, tienen inferencias inválidas. Un ejemplo de este tipo de argumentos es el siguiente:

  • Premisa 1: Todas las personas casadas no son solteras.

  • Premisa 2: Ningún soltero está casado.

  • Conclusión: El socialismo es una forma de organización social.

En este ejemplo, todas las afirmaciones son analíticas y, por tanto, verdaderas. Sin embargo, la conclusión es una inferencia inválida, ya que su significado no está contenido en el significado de las premisas. Aunque tanto sus premisas como su conclusión son afirmaciones verdaderas, no es un argumento sólido, ya que contiene una inferencia inválida.

Las definiciones utilizadas anteriormente no indican la imposibilidad de que existan argumentos válidos sobre relaciones causales. Pueden existir argumentos válidos sobre relaciones causales si sus premisas indican la existencia de una determinada relación causal y si sus conclusiones son inferencias cuyo significado está contenido en el significado de sus premisas. Un ejemplo sería:

  • Premisa 1: Todos los tipos de A son causa necesaria de B.

  • Premisa 2: X es un tipo de A.

  • Conclusión: X es causa necesaria de B.

Por lo tanto, es posible que existan argumentos válidos sobre relaciones causales. Algunos argumentos con inferencias inválidas pueden convertirse en válidos cuando se les añaden una o más premisas. Como se demostrará en las secciones siguientes, muchos argumentos falaces presentan estructuras en las que las conclusiones se consideran erróneamente causas necesarias o suficientes, aunque sus premisas y conclusiones sean contradictorias.

Como se ha explicado en el apartado anterior, los argumentos falaces pueden contener premisas o conclusiones verdaderas. El uso de ciertos términos técnicos o de complejas operaciones matemáticas no significa que un determinado argumento sea sólido o, como mínimo, válido. He aquí algunos ejemplos de argumentos falaces:

  • Desde sus inicios, el capitalismo estuvo plagado de racismo, sexismo y esclavitud. Por lo tanto, mientras exista el capitalismo, siempre existirán el racismo, el sexismo y la esclavitud.

  • El tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de una mercancía concreta determina su valor de cambio. Los capitalistas se apropian de una parte del valor creado por sus trabajadores. Por lo tanto, los capitalistas roban a sus trabajadores.

  • Hay países pobres que son capitalistas. Por lo tanto, el libre mercado no sirve para aliviar la pobreza.

Como se mencionó al principio, la definición de capitalismo utilizada aquí es compatible con la esclavitud y la violencia. Sin embargo, esto no significa que sea el único escenario posible. Desde el punto de vista semántico, puede haber situaciones en las que diferentes individuos, en ausencia de coacción y violencia, lleguen a acuerdos para la prestación de servicios específicos a precios predeterminados en plazos definidos.

Sólo si se incumple dicho acuerdo, el empresario estaría robando al trabajador a través de dicha relación laboral. Un ejemplo de este escenario sería si existe un contrato laboral entre el individuo A y el individuo B que establece el pago de 200 dólares diarios por la prestación de un servicio específico durante cinco horas. Entonces, el individuo A no entrega esa cantidad de dinero al individuo B porque éste quiere que el individuo A trabaje dos horas más a pesar de que el individuo A cumple con todas las condiciones pactadas. De lo contrario, dadas las definiciones utilizadas aquí, si no se incumplen las condiciones pactadas de dicha relación laboral, es falaz deducir que el empresario está robando al trabajador.

Si un Estado impone límites a la libertad contractual de los individuos que gobierna, el incumplimiento de tales límites no significa que el empresario esté robando al trabajador. Si se impone un conjunto de normas laborales, como un salario mínimo para el trabajo por horas o una indemnización por despido obligatoria, y dichas normas no forman parte del acuerdo laboral, el incumplimiento de dichas normas no significa que el empresario esté robando al trabajador.

Además, aunque se asuma que el valor de cambio de una mercancía viene determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, la existencia de beneficios en una actividad empresarial no significa que el empresario esté robando a sus empleados. En una relación laboral en la que el acuerdo era pagar al empleado treinta dólares y el empresario le paga esa cantidad, el margen de beneficios no determina si esa interacción social fue un robo o no. Incluso en ausencia de riesgo y de costes de oportunidad, la acumulación de beneficios no constituiría un robo del empresario a los empleados.

Capitalismo y libre mercado son dos conceptos diferentes. Puede haber una región en la que, en ausencia de coacción o violencia estatal, sólo existan cooperativas. Por otro lado, puede haber una región en la que sólo existan empresas capitalistas y, debido a la presencia de determinadas políticas económicas intervencionistas, no sea posible comprar o vender determinados bienes/servicios, fijar determinados precios o establecer sanciones por incumplimiento de las condiciones de los contratos comerciales.

Además, un mercado libre no significa necesariamente libertad comercial. Esto se debe a que el libre mercado se refiere a la ausencia de restricciones estatales sobre el intercambio de derechos de propiedad sobre activos monetarios y no monetarios, mientras que la libertad empresarial se refiere a la ausencia de restricciones estatales sobre las actividades de producción, consumo o intercambio de propiedad llevadas a cabo por una empresa. Por lo tanto, una categoría más amplia que la libertad de empresa sería la libertad económica, que abarca no sólo las empresas, sino también otros tipos de comportamiento individual, por ejemplo, la libertad de cultivar una planta específica, independientemente de si es para consumo personal o con fines comerciales. En presencia de libertad económica, no hay controles de precios, monopolios por coacción estatal ni cuotas de importación.

Por último, el hecho de que el país A haya experimentado un mayor proceso de liberalización económica que el país B no significa que el país A posea una mayor libertad económica. Un país puede eliminar más controles de precios que otro durante un periodo de tiempo concreto y seguir teniendo un mayor número de controles de precios, por no hablar de la existencia de otras políticas económicas intervencionistas.

Aunque el capitalismo provoque pobreza, violencia, sexismo, racismo y problemas medioambientales, esto no significa que este modo de organización social sea la única causa de tales fenómenos. Además, el hecho de que una determinada forma de capitalismo genere ciertos resultados no implica que todas las formas semánticamente posibles de capitalismo vayan a tener las mismas consecuencias.


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Fuente / Autor: Mises Institute / Roberto Ledezma

https://mises.org/wire/understanding-anti-capitalist-fallacies

Imagen: Real Progressives

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