El efecto Cantillon, llamado así por el economista del siglo XVIII Richard Cantillon, describe la forma en que el dinero recién creado fluye por una economía, afectando de forma desigual a los distintos sectores y clases sociales. Cuando un banco central como la Reserva Federal inyecta dinero nuevo en la economía -a menudo a través de medidas como la relajación cuantitativa o los bajos tipos de interés-, este dinero no se distribuye uniformemente. En su lugar, crea efectos dominó que afectan a diferentes personas de distintas maneras, a menudo favoreciendo a los ricos y perjudicando a las personas con ingresos más bajos. La escuela austriaca de economía utiliza las observaciones de Cantillon como lente para criticar la política monetaria, sobre todo en la forma en que exacerba la desigualdad y distorsiona los precios.
Para entender los efectos de Cantillon, consideremos la mecánica de la expansión monetaria. Cuando el banco central inyecta dinero nuevo, suele destinarlo primero a las instituciones financieras, las empresas y los contratistas del Estado, a menudo mediante la compra de bonos o programas de préstamos directos. Estos receptores acceden antes al dinero recién creado, lo que les da una ventaja: pueden gastarlo o invertirlo antes de que los precios hayan subido para reflejar el aumento de la oferta monetaria. Cuando este dinero llega a la economía en general, los precios pueden haber subido ya, disminuyendo el poder adquisitivo de los salarios y los ahorros de los consumidores medios.
Este fenómeno está directamente relacionado con la inflación. Cuando se introduce dinero nuevo, suele producirse una subida general de los precios en toda la economía, aunque este efecto no es inmediato ni uniforme. Para los que están en la cima, la oleada inicial de dinero nuevo crea oportunidades lucrativas: pueden comprar activos como acciones, bienes inmuebles o materias primas antes de que estos precios suban por la inflación. Sin embargo, para el trabajador o el consumidor medio, la inflación se manifiesta de forma más perjudicial. En el momento en que el nuevo dinero circula por la economía hacia el público en general, los precios de los bienes y servicios esenciales -como la vivienda, los alimentos y el combustible- ya han subido, erosionando el poder adquisitivo de los salarios y los ahorros.
El efecto Cantillon, por lo tanto, pone de relieve una crítica clave a la política monetaria inflacionista: beneficia a los que primero tienen acceso al dinero nuevo a expensas de los que no lo tienen. Las personas, empresas y entidades financieras más ricas suelen ser los primeros receptores, lo que les permite utilizar este nuevo dinero en su beneficio invirtiendo en activos que superan la inflación. Mientras tanto, los que están más abajo en la escala económica experimentan un aumento de los costes sin un incremento proporcional de los ingresos, lo que erosiona su poder adquisitivo.
La escuela austriaca de economía considera que estas distorsiones son sintomáticas de un sistema monetario defectuoso. Los economistas austriacos sostienen que cuando se manipula la oferta monetaria, se envían señales falsas a toda la economía, creando lo que el economista Ludwig von Mises llamó «mala inversión». En un mercado natural, los precios reflejan la oferta y la demanda genuinas, orientando los recursos hacia sus usos más eficientes. Sin embargo, cuando el banco central amplía la oferta monetaria, reduce artificialmente los tipos de interés, llevando a las empresas a realizar inversiones que pueden no ser sostenibles a largo plazo. Por ejemplo, el crédito barato puede fomentar el endeudamiento excesivo para proyectos inmobiliarios o inversiones especulativas, inflando las burbujas de activos. Cuando estas burbujas estallan inevitablemente, suelen ser los trabajadores con rentas más bajas los que se llevan la peor parte con la pérdida de empleos y la contracción económica.
El efecto Cantillon es un aspecto crítico de cómo la inflación afecta desproporcionadamente a los pobres. Las personas y empresas ricas, que tienen un acceso más fácil al crédito y a las inversiones, pueden protegerse de la inflación diversificándose en activos que se revaloricen. Pueden poseer bienes inmuebles, acciones o materias primas, activos que tienden a subir de precio cuando el valor del dólar disminuye. Por el contrario, los consumidores de clase trabajadora suelen mantener su riqueza principalmente en efectivo o en ahorros limitados, que no siguen el ritmo de la inflación. Sienten el impacto directo de la subida de precios en los artículos de primera necesidad, mientras que sus salarios se estancan o crecen más lentamente que la inflación.
Desde una perspectiva austriaca, estos efectos revelan la injusticia inherente a un sistema de moneda fiduciaria. Cuando la oferta monetaria puede ampliarse a voluntad, el poder adquisitivo de la moneda se erosiona continuamente, perjudicando a quienes dependen de precios estables para llegar a fin de mes. Los economistas austriacos abogan por el retorno a los principios del dinero sano, como el patrón oro, que limitan la capacidad de los bancos centrales para expandir la oferta monetaria arbitrariamente. Con un sistema monetario sólido, los precios serían más estables, preservando el valor de los salarios y los ahorros a lo largo del tiempo.
El efecto Cantillon es, pues, un poderoso ejemplo de cómo una política monetaria inflacionista puede tener consecuencias sociales no deseadas, pero profundamente perjudiciales. Subraya la opinión austriaca de que las políticas de los bancos centrales, aunque a menudo bienintencionadas, tienden a exacerbar la desigualdad y a crear ciclos de auge y caída. Para los pobres y la clase trabajadora, la inflación significa menor poder adquisitivo, mayor vulnerabilidad económica y menor movilidad social. Al permitir que sean los mercados y no los bancos centrales los que fijen la oferta de dinero, la escuela austriaca sostiene que las economías podrían lograr un crecimiento más equitativo y sostenible, libre de las distorsiones y desigualdades inherentes a las políticas inflacionistas.
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Fuente / Autor: Schiff Gold
Imagen: Adobe Stock
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