La actuación del Banco de Japón (BOJ), creando un "estrangulamiento" en el mercado japonés, parece un cuento con moraleja para los economistas. El banco registró recientemente un beneficio de 130.000 millones de dólares. A primera vista parece increíble. Sin embargo, a pesar de esta fortuna del BOJ, parece que la economía sigue atravesando dificultades. El Wall Street Journal publicaba:

"Los políticos se han percatado del contraste entre una economía en dificultades y un rugiente mercado bursátil en el que las entidades gubernamentales son las principales protagonistas."

La desconexión entre Wall Street y Main Street no es totalmente exclusiva de Estados Unidos. Incluso en Japón, el mercado de valores alcanza nuevos máximos a pesar de una economía en dificultades. Para ayudar a los necesitados, el país está buscando formas de distribuir los beneficios del Banco de Japón, señalando:

"El Banco de Japón se enfrenta a una creciente presión para que deje de actuar como la ballena de Tokio y encuentre formas de repartir la riqueza. Algunos piden al BOJ que reparta acciones al público o que utilice sus ganancias para fomentar la innovación empresarial..."

El reparto está aún por decidir. Pero, ¿cuál es el coste de esta ganancia para la sociedad y cuánto tiempo ha tardado en llegar? 

Hay que recordar que a lo largo de más de una década, el banco central japonés, único entre sus pares mundiales, ha invertido cientos de miles de millones de dólares en acciones locales y ahora posee alrededor del 7% de todas las acciones negociadas en la primera sección de la Bolsa de Tokio. 

De hecho, no todos están de acuerdo con esta estrategia. Como lo describe un antiguo ejecutivo del Banco de Japón:

"No es sano que un banco central sea el mayor accionista y que su presencia crezca aún más en un mercado que sirve de base al capitalismo."

Los defensores del libre mercado están sin duda de acuerdo. Pero esta opinión no es la de Haruhiko Kuroda, Gobernador del Banco de Japón, quién declaró:

"No he visto ningún daño grave a las funciones del mercado ni grandes problemas de gobierno corporativo..."

Afirma que su política "ayudó a estabilizar el mercado durante su breve caída en marzo de 2020". Según explica, el dinero del banco central se utilizó para "apuntalar el mercado de valores, con la esperanza de revivir los espíritus animales de los inversores". 

Además Kuroda esperaba que el aumento de los precios de las acciones y otras medidas de flexibilización monetaria desencadenaran una fuerte inversión por parte de las empresas y el gasto de los consumidores. Vinculó las compras de acciones a su objetivo de inflación del 2%.

Qué revelador es que todavía oigamos hablar de estos "espíritus animales". Esta fuerza mal definida, casi mítica, que guía a los inversores para que encuentren confianza en sus acciones, muestra la desconexión entre los planificadores monetarios y la población. Resulta irónico que toda una economía pueda planificarse a partir de ideas que no difieren de los cuentos de hadas.

Podemos aprender mucho de Japón, empezando por cómo cuantificar este problema. Con más de 300.000 millones de dólares, el coste de la compra de estas acciones es trascendental desde cualquier punto de vista. Nunca sabremos lo que pasaría si el banco nunca hubiera hecho las compras; sin embargo, debido a estas compras, miles de millones de dólares han entrado en el mercado de valores alterando las valoraciones de innumerables empresas que cotizan en bolsa. Las compras perpetuas de acciones por parte de los bancos centrales también modifican el apetito por el riesgo y la toma de decisiones de inversión tanto de los inversores como de las empresas.

Las compras de acciones pueden compararse con cheques de estímulo para los accionistas. En lugar de que el gobierno emita cheques a ciertos miembros de la sociedad, bajo el enfoque de las acciones, el banco central emite cheques a los accionistas existentes. Los 300.000 millones de dólares han aumentado el precio de las acciones, sí, pero el dinero lo reciben los que vendieron sus acciones al banco. Lo que los vendedores acaben haciendo con sus ganancias y el impacto de estos 300.000 millones de dólares en la sociedad es una incógnita. Pero es justo decir que ha alterado de forma similar los precios, los beneficios y la toma de decisiones de innumerables participantes en el mercado. 

El Banco de Japón posee el 7% de las acciones que cotizan en bolsa, un 7% más de lo que debería en un mercado libre y sin trabas. A diferencia de un cuento de hadas, no hay espíritus animales, no habrá un final feliz y no hay una estrategia de salida que no incluya el desplome de todo el mercado de valores. Si hay lecciones que aprender de Japón, sería para reexaminar la relación con la Reserva Federal y otros bancos centrales.


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Fuente / Autor: Mises Institute / Robert Aro

https://mises.org/power-market/bank-japan-economic-cautionary-tale

Imagen: Kyodo News

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