Recientemente, Bloomberg publicó que los reguladores estadounidenses están preparando una propuesta para obligar a los bancos estadounidenses a utilizar la ventanilla de descuento de la Reserva Federal en previsión de futuras crisis bancarias. El objetivo, señala Katanga Johnson, es eliminar el estigma que rodea a la utilización de este salvavidas financiero, parte de las continuas secuelas de las quiebras de varios bancos regionales importantes el año pasado.

Esta nueva política recuerda a las medidas adoptadas por la Reserva Federal durante la crisis financiera de 2007, cuando las autoridades financieras animaron a los grandes bancos a recurrir a la ventanilla de descuento, tomando préstamos directamente de la Reserva Federal, para facilitar que los bancos en dificultades hicieran lo mismo. La reticencia de las instituciones financieras a recurrir a esta fuente de liquidez está justificada. Si el público cree que un banco necesita el apoyo de la Fed, es racional que los depositantes huyan del banco. El objetivo explícito de la Reserva Federal es proporcionar cobertura a los bancos en situación de riesgo, tratando de evitar las corridas bancarias que son un riesgo inherente a nuestro moderno sistema bancario de reserva fraccionaria.

Al obligar a los bancos sanos a cumplir, la Fed está aumentando el riesgo moral y dejando a los clientes más vulnerables. Están tratando deliberadamente de eliminar una señal de riesgo institucional.

La preocupación del regulador por la fragilidad de los bancos está justificada. El entorno de bajos tipos de interés de la Fed significó que las instituciones financieras que buscaban activos de bajo riesgo compraron bonos del Tesoro de EE.UU. con rendimientos muy bajos. A medida que las presiones inflacionistas forzaban los tipos al alza, el valor de mercado de estos bonos disminuía en favor de nuevos bonos de mayor rendimiento. Fue esta presión la que provocó la quiebra del Silicon Valley Bank el año pasado.

Además, la situación del sector inmobiliario comercial supone una tensión adicional para los bancos regionales, que son responsables del 80% de este tipo de hipotecas. En el anterior entorno de bajos tipos de interés, los inversores consideraban el sector inmobiliario comercial como "un refugio para los inversores necesitados de rendimientos fiables". Por desgracia, este mismo periodo experimentó grandes cambios en el comportamiento de los consumidores. Las compras en línea, el trabajo a distancia y las oficinas compartidas aumentaron en detrimento de los locales tradicionales. Los cierres de Covid no hicieron sino amplificar aún más estas tendencias.

Como resultado, la deuda inmobiliaria comercial se considera uno de los activos financieros más peligrosos que existen en la actualidad, y se encuentra en los balances de los bancos regionales de todo el país.

Estas tensiones han tenido un gran impacto no sólo en esta última política de los reguladores federales, sino también en la profundidad de su respuesta a las quiebras del año pasado. Tras la quiebra de SVB, la Reserva Federal creó el Programa de Financiación Bancaria a Plazo, que permitía a bancos y cooperativas de crédito obtener préstamos utilizando bonos del Tesoro estadounidense y otros activos como garantía. Esta medida de emergencia reflejaba el temor a que otros bancos estuvieran en peligro. La Fed ha señalado su voluntad de dejar que este programa expire en marzo, con el objetivo de que los bancos pasen a utilizar cada vez más la ventanilla de descuento.

Aunque las acciones de la Fed y de los reguladores financieros ilustran una preocupación real por la salud de los bancos estadounidenses, estas mismas instituciones han proyectado en público un optimismo alcista sobre el estado de la economía. El presidente de la Fed, Jerome Powell, y la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, han descrito sistemáticamente la economía estadounidense como "robusta" en los últimos meses, una opinión que no comparte la mayoría de los estadounidenses. Además, Powell proclamó la victoria sobre la inflación el pasado diciembre, incluso cuando las medidas preferidas de la Fed siguen muy por encima de su objetivo del 2 por ciento, en marcado contraste con sus declaraciones anteriores sobre la necesidad de atajar agresivamente la inflación ante el riesgo de que se normalice.

Obviamente, la sombra de la política no puede disociarse de las halagüeñas declaraciones de los responsables gubernamentales sobre la economía, especialmente al adentrarse en un año de elecciones presidenciales. Sin embargo, otra motivación para proyectar fortaleza económica es rearmar el arsenal político de la Reserva Federal. Mientras que las proyecciones de los funcionarios de la Fed de recortes de tipos en 2024 se han empaquetado como reflejo de la creciente fortaleza de la economía estadounidense, la realidad es que la Fed desea tener la opción de bajar los tipos como respuesta a las dificultades financieras. La Fed ha demostrado una y otra vez que si se le da a elegir entre obligar a los estadounidenses a sufrir las consecuencias de la inflación o rescatar al sistema financiero, elegirá lo segundo.

Con las elecciones de 2024 en pleno apogeo, los estadounidenses serán bombardeados constantemente con mentiras políticas y falsas promesas, no sólo de los políticos, sino también de las agencias gubernamentales y del banco central. Aunque podemos esperar otros diez meses en los que se nos diga lo fuerte que está la economía, las acciones que se están llevando a cabo entre bastidores cuentan una historia muy diferente.


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Fuente / Autor: Mises Institute / Tho Bishop

https://mises.org/wire/fed-prepares-bank-crisis-while-telling-americans-economy-strong

Imagen: Bloomberg

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