La guerra en Ucrania está empujando al mundo cada vez más cerca de una crisis existencial. Las lecciones del siglo XX y sus espantosas guerras mundiales se han perdido para los líderes actuales. El dividendo de la paz de la Guerra Fría se ha desperdiciado. Dos superpotencias, Estados Unidos y la Federación Rusa, están al borde de un enfrentamiento militar inimaginable. El impulso de la escalada del conflicto amenaza con ser inexorable, y el riesgo de un error de cálculo nuclear ya no puede ser ignorado.

China se encuentra en una posición única para poner fin al brutal ataque de Rusia a Ucrania. Como segunda economía mundial con aspiraciones de rejuvenecimiento nacional y liderazgo global, ambos elementos centrales del "Sueño Chino" largamente propugnado por el presidente Xi Jinping, China tiene dos ventajas críticas como potencial pacificador en la guerra ruso-ucraniana.

En primer lugar, puede apoyarse en sus propios principios fundamentales. Desde los días de Zhou Enlai en la década de 1950, China ha subrayado que su política exterior se ha guiado por los Cinco Principios de Coexistencia Pacífica. Estos incluyen el respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial, la no agresión y la no injerencia en los asuntos internos de otros países. El asalto del Presidente ruso Vladimir Putin a Ucrania es una flagrante violación de estos valores centrales. El debate no gira en torno a la supuesta justificación de la acción unilateral de Rusia, la expansión de la OTAN, sino al riesgo que la guerra en Ucrania supone para la paz mundial. Los principios chinos ofrecen una lente clara para poner ese debate en perspectiva. 

En segundo lugar, China tiene la ventaja de asociarse con Rusia. En la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, el 4 de febrero, Xi y Putin firmaron un amplio acuerdo que subrayaba su compromiso conjunto con una "Nueva Era" de relaciones internacionales. Al subrayar que "la amistad entre los dos Estados no tiene límites", Xi y Putin hablaron de cooperación, no de confrontación, entre grandes potencias. La guerra de Ucrania ha dado la vuelta a ese compromiso. Con una economía rusa que se debilita rápidamente y está aislada del mundo, su dependencia ilimitada de China adquiere un significado especial para ambos países. El PIB de Rusia no es mayor que las economías combinadas de Bélgica y los Países Bajos. Esto hace prácticamente imposible que Rusia pueda sostener una guerra convencional de gran envergadura, incluso si recibe la ayuda militar china que supuestamente está buscando.

Esta combinación de principios y asociación con Rusia da a China una influencia única y creíble para poner fin a la horrible guerra de Ucrania. Esta es la oportunidad de China para mirar dentro de sí misma. También es la oportunidad del mundo de mirar dentro de China. Momentos decisivos como éste son raros en la historia del mundo. China debería aprovecharlo liderando en tres frentes.

En primer lugar, Xi debería convocar una cumbre de emergencia de los líderes del G20, centrada en lograr un alto el fuego inmediato e incondicional en Ucrania y desarrollar una agenda para una paz negociada. El G20 es ahora el foro reconocido para la acción global en medio de la crisis. Alcanzó la mayoría de edad a finales de 2008, galvanizando el apoyo entre las principales economías del mundo para dar una respuesta coordinada a la crisis financiera mundial. Con China y Rusia como miembros del G20, hoy puede hacer lo mismo.

En segundo lugar, China debería tomar la iniciativa de contribuir a la asistencia humanitaria. Dado que los niños representan al menos la mitad de los más de tres millones de refugiados de Ucrania (una cifra que se prevé que aumente rápidamente hasta al menos cuatro millones), la necesidad de ayuda humanitaria a los países de acogida vecinos es incuestionablemente aguda. China debería hacer una donación de contrapartida incondicional a UNICEF, la mayor agencia de ayuda a la infancia del mundo. Todo lo que el mundo dé para apoyar a las víctimas más inocentes de la guerra, China debería igualarlo con un compromiso propio similar.

En tercer lugar, China debería liderar el apoyo a la reconstrucción de Ucrania. La campaña de bombardeos cada vez más indiscriminada de Rusia ha destruido una parte importante de la infraestructura urbana de Ucrania. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo cifra actualmente las pérdidas de infraestructuras relacionadas con la guerra en unos 100.000 millones de dólares, cifra que sin duda aumentará en los próximos días y semanas. La reconstrucción será una tarea urgente pero muy gravosa para un país que en 2020 sólo ocupaba el puesto 120 del mundo en términos de PIB per cápita (en base a la paridad de poder adquisitivo).

China debería utilizar su inigualable enfoque en las infraestructuras modernas para proporcionar una parte considerable de la reconstrucción post-conflicto en Ucrania, incluyendo, pero no limitándose, a las actividades relacionadas con las infraestructuras de su Iniciativa de la Franja y la Ruta (de la que Ucrania es miembro desde 2017) y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras dirigido por China. Al igual que Estados Unidos tomó la iniciativa de apoyar un Plan Marshall para la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial, China puede hacer lo mismo en Ucrania hoy.

China, por sí sola, no puede resolver el desacuerdo fundamental que desencadenó la guerra ruso-ucraniana. Pero puede aportar estructura y compromiso al proceso de resolución del conflicto. A través del nuevo acuerdo de asociación entre Xi y Putin, China tiene una influencia mucho mayor sobre la Federación Rusa que la que han podido conseguir las sanciones occidentales. Y sus Cinco Principios de Coexistencia Pacífica le permiten hacer valer sus ideales en un momento de grave crisis. 

En los últimos 40 años, ningún país se ha beneficiado más de la globalización que China. Esos beneficios funcionan en ambos sentidos. Mientras la espantosa guerra de Putin se prolonga, acercando al mundo al abismo, China tiene una oportunidad única y urgente de demostrar su liderazgo mundial. El preciado sueño chino de Xi, y los sueños de todos nosotros, están en juego. Necesitamos líderes que defiendan la globalización, la paz mundial y la humanidad.


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Fuente / Autor: Project Syndicate / Stephen S. Roach, Paul de Grauwe, Sergei Guriev, Odd Arne Westad

https://www.project-syndicate.org/commentary/china-must-intercede-to-end-ukraine-war-by-stephen-s-roach-et-al-2022-03

Imagen: International Tax Review

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