En el llamado Tercer Plenum, que se celebrará del 15 al 18 de julio, los altos dirigentes chinos tendrán la oportunidad de establecer las líneas generales de un marco político que podría remodelar el rumbo del país para los próximos años. No cuente con ello. Hay buenas razones para pensar que los observadores de China en Occidente tienen expectativas poco realistas de lo que está por venir.

Tal fue el caso a finales de 2013, cuando el XVIII Comité Central se reunió para celebrar su Tercer Pleno. Ese cónclave político fue ampliamente anunciado como una oportunidad histórica para que un nuevo líder -Xi Jinping- pusiera a China en un camino diferente tras las reformas inconclusas de la era Hu Jintao. En el aire se respiraba una sensación de entusiasmo y, a primera vista, parecía que el pleno iba a dar sus frutos. Un comunicado final enumeraba más de 300 propuestas de reforma que abarcaban una amplia gama de áreas: desde las empresas estatales, la política agraria y el comercio exterior hasta las reformas de la inversión y las políticas medioambientales y de bienestar social.

Al final, sin embargo, el Tercer Pleno de 2013 no cumplió las elevadas expectativas de los occidentales. La aplicación de las reformas fue decepcionante y ese pleno se quedó corto en su mayor promesa: dar al mercado un papel decisivo en la orientación del desarrollo económico de China. En su lugar, Xi ha presidido un sistema cada vez más dominado por el Estado. Los años transcurridos desde entonces no se han caracterizado tanto por el éxito de las reformas impulsadas por el pleno como por la evolución de un sistema de gobierno centrado en el líder que pronto se conoció como el Pensamiento Xi Jinping.

Este énfasis en la gobernanza siguió un patrón establecido en anteriores terceros plenos. La reunión de finales de 1978, por ejemplo, se convirtió en una plataforma para el ascenso de Deng Xiaoping y el momento crucial de "reformas y apertura" de China. Del mismo modo, el Tercer Plenum de 1993, bajo el liderazgo de Jiang Zemin, subrayó los principios de la "economía socialista de mercado". A juzgar por estos resultados anteriores, hay buenas razones para pensar que el próximo Tercer Pleno producirá declaraciones que incidirán más en la ideología y la gobernanza que en un conjunto detallado de acciones específicas para cada problema.

Así pues, muchas de las insinuaciones de los funcionarios chinos de cara a la reunión de 2024 podrían ser engañosas. Hay muchas esperanzas puestas en nuevas reformas que aborden algunos de los problemas más graves de China, especialmente la crisis inmobiliaria y el endeudamiento de los gobiernos locales. Al mismo tiempo, Xi y su equipo de dirigentes han llamado la atención sobre las "nuevas fuerzas productivas" y el imperativo de impulsar el progreso en las tecnologías de vanguardia y la fabricación avanzada.

Pero es poco probable que estos importantes retos se resuelvan en el próximo cónclave político. Como antes, es probable que se haga hincapié en la gobernanza, en consonancia con los objetivos anunciados de antemano, como "construir un sistema de mercado socialista de alto nivel" y "profundizar en las reformas integrales para avanzar en la modernización de China."

En lugar de descartar tales declaraciones como eslóganes, deberíamos tomarlas al pie de la letra. La gobernanza ha sido el principal objetivo de Xi desde finales de 2012. Lo que comenzó en 2013 como una amplia campaña anticorrupción se transformó rápidamente en una remodelación integral de una estructura de poder centrada en el líder. Xi no solo ha publicado una serie de cuatro volúmenes sobre la gobernanza china, sino que también ha asumido el control efectivo de todos los aspectos del proceso de toma de decisiones del Partido Comunista de China.

La campaña de gobernanza de Xi tampoco debe considerarse en términos puramente nacionales. También se está utilizando para dar forma a las aspiraciones de gran potencia de China. Atrás ha quedado la modestia de bajo perfil de la era Deng, cuando China supuestamente "ocultaba su fuerza y esperaba su momento". En su lugar, Xi está intentando abiertamente rehacer el orden internacional a través de un enfoque de tres pilares para la gobernanza global, enmarcado en torno a la Iniciativa de Seguridad Global, la Iniciativa de Desarrollo Global y la Iniciativa de Civilización Global. De hecho, está redoblando los compromisos a los que aspiraba cuando proclamó por primera vez el Sueño Chino a finales de 2012. Xi cree que sin nuevos avances en materia de gobernanza, la emergencia de China como gran potencia socialista se verá obstaculizada.

En un aspecto clave, se trata de una conclusión decepcionante. A los occidentales nos ha costado mucho entender y aceptar el énfasis de China en la gobernanza. Esto se debe a que tendemos a orientarnos más hacia las soluciones para abordar problemas concretos. Vemos el próximo Tercer Pleno como una oportunidad para que los dirigentes chinos adopten una nueva estrategia para arreglar una economía en dificultades. La gobernanza, especialmente un enfoque basado en la interacción entre la ideología socialista y la consolidación del poder con "Xi Jinping en el centro", no es la respuesta que buscamos. Pero como siempre subrayó el difunto historiador Jonathan Spence, nuestra respuesta no suele ser la respuesta de China.

Sí, China tiene muchos problemas. Además de la crisis inmobiliaria y los problemas de deuda de los gobiernos locales, también debe hacer frente a las presiones de contención de Estados Unidos y sus aliados. Y luego está mi favorito personal: el imperativo de un reequilibrio estructural de la economía china impulsado por el consumo. Esto sólo puede ocurrir con las reformas de la red de seguridad social, pendientes desde hace tiempo, de la asistencia sanitaria, la jubilación y el sistema hukou de registro de hogares (que socava la migración interna). Todo ello es esencial para que China reoriente los excesos del ahorro preventivo impulsado por el miedo hacia una sociedad de consumo más robusta.

Pero ésa es mi agenda del Tercer Pleno, no la de China. La mayoría de los observadores de China se fijan en los detalles de los problemas específicos que probablemente se incluirán en otro extenso comunicado final. Pero no nos engañemos. La experiencia demuestra que los dirigentes chinos tienden a prometer demasiado. Los terceros plenos de China siempre han girado en torno a la gobernanza, y es poco probable que éste sea diferente. Para Xi, consolidar el poder a través de una revolución en la gobernanza china sigue siendo la máxima prioridad, y todavía es mucho trabajo en curso.


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Stephen S. Roach, miembro de la facultad de la Universidad de Yale y ex presidente de Morgan Stanley Asia, es el autor de Unbalanced: The Codependency of America and China.


Fuente / Autor: Project Syndicate / Stephen S. Roach

https://www.project-syndicate.org/commentary/china-third-plenum-about-xi-jinping-governance-priorities-more-than-concrete-policies-by-stephen-s-roach-2024-07

Imagen: Atlantic Council

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