Mientras el mundo se embarca en su viaje hacia las "emisiones cero", algunas implicaciones parecen claras: el carbón debería tener un exceso de oferta, el gas natural debería seguir siendo abundante y el coste marginal de la electricidad debería acercarse a cero a medida que las energías renovables se imponen. Con el tiempo, estas proposiciones pueden resultar correctas, pero el camino que nos separa del "cero neto" parece tener algunos giros inesperados.

Tomemos la situación actual: el consumo mundial de carbón alcanzó su punto máximo en 2013 y, sin embargo, el precio del carbón térmico está actualmente cerca de su máximo histórico, habiéndose duplicado en los últimos meses hasta alcanzar los 180 dólares/tonelada. Lo mismo ha sucedido con el gas natural licuado (GNL), que ha subido de ~7 dólares a ~20 dólares/mmbtu en los últimos meses, también un máximo histórico. Los precios del gas natural en Europa han subido al mismo tiempo, lo que a su vez ha provocado un fuerte aumento de los precios de la electricidad: los precios diarios en toda Europa continental han pasado de ~50 a ~150 euros/MWh, lo que supone un máximo histórico. Como efecto secundario, los precios del aluminio se han disparado, pasando de 2.000 dólares/tonelada a principios de año a 2.900 dólares/tonelada en la actualidad.


Gráfico, Histograma

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Fuente: ZeroHedge, Morgan Stanley, Platts, Bloomberg


Esto es inusual, sobre todo porque la economía mundial aún no se ha recuperado del todo de la crisis del COVID-19. Entonces, ¿qué está pasando? Un conjunto de factores comunes une estos repuntes. Como suele ocurrir, la historia comienza en China.

La combinación de la recuperación tras la crisis del COVID-19 y un clima inusualmente caluroso ha hecho que el consumo de electricidad aumente considerablemente este año. La mayor parte de la electricidad china se produce a partir del carbón, pero la producción nacional de carbón tiene cada vez más dificultades para mantener el ritmo, como consecuencia de las reformas normativas, la falta de inversión y las inspecciones más estrictas en materia de salud y seguridad. Otra fuente importante de generación de electricidad en China es la energía hidroeléctrica, pero debido a las sequías en partes clave del país, la energía hidroeléctrica tampoco ha crecido este año.

Durante el verano, esto provocó una escasez de energía que obligó a los gobiernos regionales a reducir el consumo; incluso se apagaron las luces de la calle por la noche en varias regiones. Otra víctima de estas medidas fue la fundición de aluminio, que es un proceso especialmente intensivo en electricidad. Normalmente, China suministra el 60% del aluminio mundial. Con la reducción de su producción y el aumento de la demanda mundial, los precios del aluminio se dispararon.

La escasez de carbón nacional obligó a China a recurrir al mercado marítimo. Sin embargo, la producción de carbón en otros lugares también ha tenido sus problemas: por ejemplo, las fuertes lluvias y la escasez de personal en Indonesia, las interrupciones ferroviarias en Rusia y los disturbios en Sudáfrica. A medida que el mercado del carbón marítimo se fue estrechando, los precios mundiales del carbón subieron.

Los mismos factores impulsaron la demanda china de GNL, pero en este caso China no fue la única. Por ejemplo, las sequías en Brasil también redujeron su producción de energía hidroeléctrica, lo que hizo aumentar también la demanda de GNL. Con varias interrupciones de la producción en las terminales de licuefacción, el mercado mundial de GNL se ha tensado mucho en los últimos meses.

Europa suele ser el mercado final de una parte importante del GNL mundial. Sin embargo, ante el mayor tirón de otras regiones, las importaciones europeas de GNL se redujeron drásticamente este verano. Al mismo tiempo, la generación de energía a partir de la energía eólica marina decepcionó, no ha hecho tanto viento en Europa últimamente, lo que impulsó la demanda de gas natural. Sin embargo, con el suministro de gas de Rusia y otras regiones limitado, Europa no pudo acumular inventarios de gas natural como suele hacer en verano. Los inventarios de gas europeos son ahora inusualmente bajos para esta época del año, cuando aún no ha comenzado el invierno. Como los precios del gas natural fijan en gran medida los de la electricidad, han subido a la par.

¿Qué significa todo esto? Destacamos tres conclusiones:

  • En primer lugar, esta secuencia de acontecimientos muestra lo interconectados que están los mercados de materias primas. Una región repercute en otra y varios productos básicos acaban por estar vinculados. Una sequía en China puede hacer subir el precio de la electricidad en España, pero también el de las latas de refresco en Estados Unidos.

  • En segundo lugar, este año ha demostrado lo difícil que puede ser anticipar estos movimientos. Incluso hace unos meses, la opinión común era que prácticamente todos estos productos básicos eran abundantes, y que lo serían más con el tiempo.

  • Por último, muestra el escaso margen de seguridad que existe en el sistema energético mundial, lo que tiene importantes implicaciones para el futuro.

En las próximas décadas, el mundo tendrá que reestructurar fundamentalmente su forma de producir y consumir energía. Hasta ahora, el lado de la oferta del sistema energético se está ajustando más rápidamente que nuestros patrones de consumo. El mundo se encuentra todavía en las primeras fases de su viaje de descarbonización, por lo que esto crea la posibilidad de que haya más inestabilidad y restricciones en el futuro. Su impacto podría sentirse mucho más allá de los mercados de la energía y las materias primas, afectando a todo, desde el crecimiento hasta la inflación y la política.


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Fuente / Autor: ZeroHedge / Martijn Rats

https://www.zerohedge.com/energy/what-earth-going-commodities-morgan-stanley-explains

Imagen: Finanzas y Economía

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